“Yo tuve un hermano. No nos vimos nunca. Pero no nos importaba.
Yo tuve un hermano que iba por los montes mientras yo dormía.
Lo quise a mi modo, le tomé su vos libre como el agua, caminé de a ratos cerca de su sombra.
No nos vemos nunca pero no nos importaba, mi hermano despierto mientras yo dormía,
mi hermano mostrándome detrás de la noche su estrella elegida”
Julio Cortázar.
“...Dame de esa espuma, contagia valor, que no haya tumba, ni nada que lo calla
se oye como el viento y no se ve, se mete adentro y da batalla…”
“...Como guía el cielo regaló una estrella para tu frente,
para que sin perder la ternura jamás aprendieras a endurecerte...”
Gustavo F. Nápoli, “El Hombre de la estrella”.
“...El ideal es un gesto del espíritu hacia alguna perfección...”
“...Sin ideales sería inexplicable la evolución humana. Los hubo y los habrá siempre. Palpitan detrás de todo esfuerzo magnífico realizado por un hombre o un pueblo. Son faros sucesivos de la evolución mental de los individuos y de las razas. La imaginación los enciende sobrepasando continuamente a la experiencia, anticipándose a sus resultados...”
José Ingenieros, “El hombre mediocre”.
“...El que no sabe encontrar el camino que conduce a "su" ideal, vive de una manera más frívola, más insolente que el ser sin ideal...”
Friedrich Nietzsche, “Más allá del bien y del mal”.
Han pasado ya 40 años desde que Ernesto “Che” Guevara ha pasado a la inmortalidad. Es por eso que considero pertinente reflexionar no sólo de lo que nos ha dejado, sino de todo aquello que hace a las ideologías y legados en general.
El Che renunció a una cómoda vida por una utopía: La unificación de Latinoamérica (Patria grande) bajo los preceptos de la doctrina marxista. Obviamente esto germinó durante las diversas injusticias de las que ha sido testigo durante sus viajes por Argentina y Latinoamérica. ¿Qué fue lo que lo llevo a entregarse con una total devoción a su ideal? Pues, son diversas las condiciones específicas que nos pueden llegar a conducir a la persecución de un ideal, en el caso de Ernesto fue tal vez su asma, ya que en la época no era tan fácil sobrellevar tal patología como lo es en estos días, y fue entonces, este constante posicionamiento entre la vida y la muerte lo que lo llevó a primar sus ideas por sobre su frágil vida.
Es por eso que deberíamos ver que el Che es mucho más que el finalista de “El Gen Argentino”.
La supervivencia de las ideas.
Estoy seguro que todos hemos escuchado expresiones tales como “las ideas no se matan”, y esto reviste de cierta verdad, pero así y todo, deberíamos pensar detenidamente antes de sostener tal afirmación.
Aquellos sectores que han sido combatidos por Guevara han encontrado una paradójica pero efectiva forma de combatir la supervivencia de sus ideas: Ponderar su imagen. Es decir, que han puesto al Che en un mundo totalmente efímero: el de las imágenes y el marketing, y con esto han logrado reducir toda su obra a unos renglones y a ese dibujo por todos conocido, convirtiéndose prácticamente en un logotipo corporativo.
Esto sin duda ha demostrado una enorme efectividad. Es decir, todos aquellos que visten la imagen del Che no son capaces de decir de él mas cosas que “fue un procer”, “un revolucionario”, “un luchador”, etc. El Che es más que “hasta la victoria siempre”. Dejó prácticamente una doctrina, que apunta a la juventud y, sobre todo, desde un ámbito universitario, no dejando así de lado la importancia de lo sectores campesinos.
Hoy en día ¿Cuántos conocen cabalmente la doctrina Guevarista? Más aún ¿Cuántos la doctrina Marxista? Mi respuesta a ambos interrogantes es “yo tampoco”, ¿Cuál es la suya?
La extinción de los ídolos.
¿Hace cuantas décadas ya que estamos ante una ausencia total de “ídolos”? (no me refiero a Tinelli, Pergolini, ni mucho menos a los de Gran Hermano). Hace mucho tiempo que no hay un Che, un Perón, un Kennedy.
Parece ser que ya no hay ninguna personalidad que nos deslumbre y nos lleve a seguirlo con devoción, y aquellas personas provistas de este potencial se ven totalmente superadas y opacadas por las circunstancias actuales, o bien han caído en un estado de desencanto.
También se dificulta el hecho del surgimiento de una persona con estas características por la no-participación que se da en los jóvenes contemporáneos, es decir, se han adherido a una “serialización” que los ha igualado a todos, pero hacia abajo. Esta no-participación es fruto justamente de esto, ya que un siempre está esperando que emerja el otro, y el otro siempre espera que emerja uno, por lo que se convierte en un exiguo ciclo.
Esta inquietud surgió en una sobremesa en casa, y en la misma situación he podido rescatar una respuesta, pero no así una solución.
La respuesta consiste en que con este proceso de globalización por el que estamos abarcados no permite una “revolución” idearia. Las circunstancias cambian tan rápido que no se puede dar un pleno desarrollo a ninguna idea, es decir, que no se puede desarrollar un pensamiento (menos materializarlo) en un lapso tan corto como lo es el de la durabilidad de determinada situación.
Para finalizar les digo que no esperen que otro se ocupe en querer cambiar las cosas, debe ocuparse cada uno, y es “ocupándose” que se evita que la sociedad en general se “preocupe”.